Los poderosos se refocilan en su poder, en sus influencias, en su capacidad para joder a los débiles. Y los débiles empiezan a perder su capacidad de asombro ante el atropello de los poderosos, ante el desparpajo de políticos, periodistas, empresarios y jueces capaces de cualquier cosa con tal de no permitir ni una sola fisura.
El régimen se refuerza a medida que la crisis debilita a los más vulnerables, levantan dos metros sus tapias, contratan sofisticados sistemas de seguridad, se hacen guiños de complicidad para saberse los más fuertes, para saber que los demás vendrán a ayudar cuando estalle el caracazo, cuando la gente baje de los riscos, de Ciudad Alta y se rebele ante tanta ignominia.
Mientras llega, no pasa nada si se hunden cada día un poco más los más débiles. Si pierden el último de los subsidios reciben una carta como la que tenemos en nuestro poder: «Se le comunica que está sin cobertura sanitaria» (…) «se le reclamará el importe de cualquier asistencia sanitaria prestada en la red del Servicio Canario de Salud». Es la fría y desafiante carta que están recibiendo los parados canarios que pierden el último subsidio de desempleo. Se quedan fuera de este mundo, fuera del Estado del Bienestar, sin derecho a enfermar, salvo que tenga dinero suficiente para costeárselo con lo que ya no llega porque se acabaron las ayudas públicas.
No es país para pobres. Es país para corruptos, sólo para corruptos.
Antes eran los inmigrantes, que en modo invasión se llevaban las tiritas y el betadine para su casa. Ahora es la crisis económica la que obliga a buscar los culpables en los eslabones más débiles de la cadena. Pero el caso cierto es que este Gobierno de Canarias siempre encuentra una víctima propiciatoria para escamotear los graves problemas de gestión (con su consiguiente agujero económico, cada vez más grande) que tiene el Servicio Canario de la Salud.
Las cartas que se están enviando a los parados sin prestaciones, a los que pretenden dejar sin cobertura sanitaria, aparecen firmadas por un tal «responsable del Departamento de Tarjeta Sanitaria», una persona sin nombre que se esconde tras un garabato seguramente porque le producirá mucha vergüenza hacer eso a sus conciudadanos. La carta, además de la advertencia de que el pobre administrado se queda sin sanidad pública, gratuita y universal (Ley General de Sanidad) y que tendrá que pagar un pastón si tiene un accidente y no dispone de seguro privado, reclama del contribuyente que devuelva su tarjeta sanitaria en el centro de salud más cercano que encuentre.
De entrada ya recomendamos que nadie haga algo así, que vaya la consejera de Sanidad, Mercedes Roldós, a reclamarla puerta a puerta.
Canarias Ahora, 07/07/2010
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